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Santa Teresa en Éxtasis

  • Foto del escritor: Noelia Ayelen Valdivia Gasco
    Noelia Ayelen Valdivia Gasco
  • 17 dic 2017
  • 5 Min. de lectura

Santa Teresa en Éxtasis, es un escultura tallada en mármol realizada por Gian Lorenzo Bernini entre 1645-1652, está ubicada en el altar de la Capilla Cornado S. Maria della Vittoria, Roma.

Bernini nació en Nápoles el 7 de diciembre de 1598 de padre florentino y madre napolitana, se mudaron en 1605 a Roma y es allí donde vivió hasta su muerte en 1680. Es reconocido como pintor, arquitecto y escultor del barraco romano.

Desde sus primeras obras que datan de 1615, es notable el tratamiento absolutamente realista que guarda parentesco con las obras helenísticas. Poco después creaba sus primeras estatuas religiosas, las figuras, más pequeñas que el natural de técnica manierista pero una precisión anatómica y un sentido infalible de la coherencia y de la estructura del cuerpo humano elevan estas figuras muy por encima de la masa de producciones estereotipadas contemporáneas. Recogiendo algo del vigor dinámico de Miguel Ángel y ciertas características de Caravaggio que probablemente estimularon a Bernini, en su interés por representar la expresión de terror.

Las obras tempranas de Bernini, revolucionarias, surgieron como el ave fénix de las cenizas de un periodo relativamente estéril para la escultura. Representativa del estado de la escultura en la Roma de los primeros años del pontificado de Pablo V es la decoración de la Capilla del Papa en Santa María Maggiore.

Durante un corto periodo, a mediados y a fínales de la década de 1630, hizo concesiones al gusto clasista reinante. Debido a la pérdida temporal del favor papa, la productividad de Bernini quedó gravemente reducida durante la década de 1640. Pero fue precisamente en estos años siguiendo a su recesión clásica un tanto frustrante, cuando el péndulo se inclinó vigorosamente hacia el otro lado y dejó muy atrás las tendencias estilísticas al uso. Fue entonces cuando su arte, revitalizando nuevas ideas, se elevó a su máximo esplendor, de ello da testimonio la Capilla de Cornado que luce el altar de Santa Teresa en Éxtasis.



Santa Teresa en Éxtasis es una de las obras cumbres de Bernini, se realiza bajo el papado de Inocencio X, que comienza en 1644.

El encargante de la obra fue el cardenal Federico Cornaro. El solicita a Bernini realizar esta obra, como símbolo para su mausoleo en la iglesia de Santa María de la Victoria, en Roma, donde actualmente se encuentra, en la conocida Capilla Cornaro. Santa Maria della Vittoria es una basílica del siglo XVII erigida para conmemorar la victoria del emperador Fernando II en la batalla de Monte Blanco.

La capilla es una explosión de mármol de color, metal y detalles, con luz filtrada a través de una ventana ubicada por encima de santa Teresa, subrayados por rayos dorados. La cúpula tiene frescos con un cielo de trampantojo, lleno de querubines, con la luz que desciende del Espíritu Santo representado en forma de paloma. En las paredes laterales, hay relieves a tamaño real de la familia Cornaro que simulan presenciar la escena

En esta obra, vemos un enfoque completamente nuevo, rechazando el tradicional marco arquitectónico; La Capilla Cornaro, que no se puede fotografiar por completo, es una unidad indivisible desde el suelo hasta el techo. En su bóveda se abre el firmamento pintado: unos ángeles han apartado las nubes, de forma que la luz celestial procede de la Sagrada Paloma puede llegar hasta la zona en la que viven los mortales.

Sobre el grupo de Santa Teresa caen rayos de esta luz celestial, y con la luz ha descendido el serafín cuyos acompañantes aparecen en las nubes. Bernini representa en el grupo escultórico la visión más importante – la canónica- de la Santa carmelita en perfecta correspondencia con su propio relato de la misma. Ella describía como el ángel le había atravesado el corazón repetidamente con una flecha de oro flamígera.

Las dos figuras principales que centran la atención derivan de un episodio descrito por la santa 《Es tan grave el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesivamente la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite ni se contenta el alma con memos que Dios... 》[1]

Con la gran habilidad que le caracteriza a Bernini hizo de esta escena real y visionaria al mismo tiempo. El serafín, figura de celestial belleza, está a punto de atreves a el corazón de la Santa con la ardiente flecha del amor y de esta manera provocar la unión mística con Cristo, el esposo celestial. La Santa esta desvanecida en extático trance, sus miembros cuelgan inertes y paralizados, la cabeza está hundida hacia atrás, los ojos están medios cerrados y la boca se abre en un quejido casi audible. La visión tiene lugar en un reino imaginario, sobre una inmensa nube suspendida mágicamente a media altura. Protegido por el enorme dosel de mármol verdoso, azul grisáceo y rojizo, y colocado contra un fondo de alabastro iridiscente, el grupo esta bañado en una luz cálida y misteriosa que cae jugando con la superficie de mármol pulimentado de las dos figuras.

La distancia existente entre nosotros y la visión de Teresa se debe al espacio imaginario en el que el grupo está colocado, la mágica luz que cae sobre él y su aislamiento cuasi pictórico bajo el edículo que le sirve de marco.

Es habitual interpretar el arte de Bernini y el de Barroco en general en los términos de teatro barroco. En efecto, Bernini utilizó efectos desarrollados antes para las escenas de obras de carácter permanente y en marcos religioso, como es el caso.


La postura del cuerpo y la expresión fácil de santa Teresa hacen que se la expresión se le atribuya al inmenso dolor que relata, y que Bernini expresa con acierto, dejándonos sentir el quejido que sale por sus labios mientras se unen a un estado de alegría divina.

Los efectos teatrales que son guiados por los rayos dorados que encamarcan la escultura, nos hacen sentir que el cielo ha entrado en la iglesia. El dinamismo con el que se ha trabajado las olas de la tela, evocando el estado espiritual que rodea a Teresa y un viento divino que agita la ropa del angel mientras sonríe travieso conjunto a la nube sin pulir casi superflua, nos dan la sensación de levitación, haciendo nos creer a través de estos efectos que las iamgenes están suspendidas en el aire.

Bernini a lo largo de su trayectoria a mostrado poseer una habilidad de crear esculturas con escenas narrativas dramáticas, de captar los intensos estados psicológicos y de componer conjuntos escultóricos que trasmiten una magnifica grandeza, siendo este un gran ejemplo.

[1] *esta cita se refiere a -Vida de Santa Teresa- escrita por ella misma, Cap. 29, 13 (N, del T)




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